
Importancia del juego – Problemas que pueden producirse
El juego, como bien es sabido, es fundamental en el desarrollo evolutivo del niño. Gracias al mismo, se involucra en distintas situaciones, explora y se produce el desarrollo de sus destrezas comunicativas, sociales, motoras y cognitivas. En niños con distintos diagnósticos, el juego puede verse comprometido, pasando más tiempo siendo meros observadores, teniendo menos iniciativa en el mismo, pasando más tiempo jugando en solitario o relacionándose menos con sus compañeros con desarrollo tipico (Hestness y Carroll, 2000).
En los niños con trastornos del espectro del autismo (TEA), el juego puede presentar una serie de características particulares que han de ser tenidas en cuenta (Cuadrado y Valiente, 2005; equipo Deletrea, 2008):
- Poca motivación hacia actividades variadas, fuera de sus áreas de interés, debido a sus intereses restringidos y/o repetitivos por lo que se puede producir una escasez o ausencia de juego.
- Conductas estereotipadas o intereses sensoriales inusuales, que pueden hacerles sentirse interesados por actividades autoestimulatorias (por ejemplo, girar).
- El juego con objetos puede ser restrictivo o poco funcional. Puede pasar que su atención se dirija a partes de esos juguetes.
- Si se ha desarrollado juego simbólico, puede ser repetitivo, sin variaciones.
- Pueden darse conductas poco funcionales o desafiantes que pueden dificultar la interacción en el juego.
- Se pueden producir limitaciones en la interacción social y la comunicación con iguales.
- Puede existir tendencia al juego en solitario, debido a las dificultades para integrarse en actividades compartidas, con el consecuente aislamiento social.
También en los niños con trastorno específico del lenguaje (TEL), pueden estar afectada la comprensión, la producción del lenguaje o ambos. Esto, obviamente, influye en las relaciones sociales con sus iguales, ya que pueden tener dificultad para que la comunicación de establezca de forma adecuada. Las consecuencias que pueden derivarse de esto son: aislamiento, baja autoestima, depresión, ansiedad y/o conductas desafiantes (Artigás, 2009).
Otros niños que pueden necesitar ayuda en el juego son aquellos con discapacidad intelectual (DI). Dichos niños se caracterizan por tener una limitación significativa en el funcionamiento intelectual y en el aprendizaje, que repercute en sus habilidades conceptuales, prácticas y sociales (Shalock y cols., 2011). Podrían tener dificultad en comprender los juegos, en relacionarse con sus iguales, en adaptarse a las actividades, en la inicativa para proponer actividades, en su autonomía, etc.
Aspectos importantes a tener en cuenta
1.- Estructuración espacial y temporal.
Una de las cosas que podemos hacer es anticipar el juego de forma estructurada, ya que conocer las actividades por adelantado ayuda a muchos niños a estar más autorregulados y a fomentar su autonomía. Con cada uno se deberá usar un sistema de representación adecuado (fotografías, pictogramas, palabra escrita…) y/o las herramientas visuales que precise (agendas de trabajo, calendarios, etc.). Todo esto nos va a ayudar a crear rutinas, que ya sabemos que son muy importantes.
También es importante que el lugar donde se vaya a jugar sea un lugar agradable, sin demasiada carga estimular… Si vamos a jugar en el recreo, mejor no ponerse «en mitad del patio» y buscar un rinconcito más tranquilo, o si es en casa, podemos usar alguna habitación más despejada. Un truco que viene bien a algunos niños a los que les cueste generalizar los aprendizajes es usar una alfombra de juego, así asocia que ese elemento está ligado al juego y podemos llevárnosla a jugar a otras habitaciones y posteriormente, a otros lugares.
También es importante que organicemos el tiempo de juego. Tenemos que tener en cuenta que al comienzo quizá los ratitos de juego sean cortos. Poco a poco iremos siendo capaces de alargarlos. Un truco cuando se quiere introducir nuevas actividades, es dejar la más motivante para el niño para el final. Es decir, que si un niño adora las peonzas y queremos que pruebe un juego con pompas, primero jugamos un poquito con las pompas y después ya pasamos más rato con las peonzas. También es buena idea tener un par de alternativas «bajo la manga», por si la actividad que hemos pensado no tiene mucha acogida o vemos que se aburre.
2.- Hacer VISIBLE lo INVISIBLE.
Esta es una expresión que utilizo mucho. Todos tenemos mentes diferentes ¿no? Pues habrá que ayudar a las mentes a las que les cuesta percibir ciertos detalles sociales o entender unas normas o el aspecto que sea para que puedan participar ¡Yo sin esquemas/ mapas mentales no podría funcionar en muchos aspectos de mi vida!. En este grupo de estrategias podemos agrupar todas aquellas que hagan diversas situaciones más concretas: ¿cómo se usan los juguetes? ¿qué puedo dibujar? ¿cómo se montan? ¿qué tengo que hacer? ¿cuáles son los pasos para jugar a esto? ¿de quién es el turno?. ¡Os pongo varios ejemplos!.
3.- Partir de las áreas de interés de los niños: juguetes u objetos favoritos.
El juego por definición, es divertido. Y a veces a los niños les pueden gustar objetos que los adultos podemos no considerar juguetes: lanas, tubos, bolsas de papel, etc. En ocasiones nos empecinamos en que tienen que jugar con pelotas, muñecas… pero el juego debe ser motivante y divertido. Obligar a los niños a jugar a actividades o con juguetes que no les motiven no va a ser, normalmente, una buena idea, incluso podemos lograr que les «cojan manía».
Si tenemos un niño que adora los tubos, pues… ¡nos toca inventarnos actividades con tubos! Y es a través de esos tubos desde donde podemos intentar exponerles a otras experiencias que envuelvan a otros materiales, participantes… Esos tubos pueden ser pajitas que se deslicen por un tobogán, «tesoros» que busquemos en una bandeja sensorial o «vigas» que transportemos en camiones. ¡Tenemos que usar nuestra imaginación para crear actividades que ayuden a mejorar el desarrollo del juego del niño, pero desde la diversión y desde sus áreas de interés!.
4.- Fomentar la comunicación, las habilidades sociales y la resolución de problemas.
Si el niño tiene implantado un SAAC, es decir, usa signos, un cuaderno de comunicación o cualquier otro producto de apoyo… ese elemento tiene que estar presente durante el juego.
Además, durante el juego se pueden presentar dificultades por cuestiones de autorregulación, dificultades en la relación con el otro en los juegos con participantes… tenemos que ayudarles a que el juego sea una experiencia agradable, pero eso no significa que vayamos a tolerar que se den conductas disyuntivas. Por eso debemos tener cerca sus elementos antiestrés, debemos anticipar el fin del juego, implementar estrategias como el rincón de la calma, etc. Podéis leer más sobre estos aspectos en estos posts.
5.- Y… tan importante como lo que SÍ se debe hacer, no que NO hacer….
* Algunos juguetes para dar ideas:
He creado una pequeña selección de productos por su os vienen bien para crear momentos de juego. Algunos os pueden venir bien también, si no los habéis probado nunca, para intentar introducir nuevos elementos de motivación o intereses ¡hay que probar cosas nuevas!
Set motricidad fina
Juego magnético
Tabla de equilibrio
Gafas de realidad virtual
Pizarra para arte
Juego de miniaturas
Juguete causa – efecto
Juguete de pesca
Referencias Bibliográficas:
- Artigás, J. (2009). El niño incomprendido. Barcelona: Amat.
- Cuadrado y Valiente: Niños con autismo y TGD. ¿Cómo puedo ayudarles? Madrid: Editorial Síntesis.
- Equipo Deletrea. (2008). Los Niños Pequeños Con Autismo: Soluciones Prácticas Para Problemas Cotidianos. Madrid: CEPE.
- Gallego, M.M. (2012). Guía para la integración del alumnado con TEA en Educación Primaria. Salamanca: Instituto Universitario de Integración en la Comunidad – INICO.
- Hestness, L.L., y Carroll, D.E. (2000). The play interactions of young children with and without disabilities: Individual and environmental influences. Early Childhood Research Quarterly, 15, 229-246.
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Shalock, R.L., Borthwick-Duffy, S.A., Bradley, V.J., Buntix, W.H., Coulter, D.L., Ellis, M.C. y cols. (2011). Discapacidad intelectual: definición, clasificación y sistemas de apoyo (11º edición). Madrid: Alianza.
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